Caer de la gota al suelo.
Como si su llegada
arisca y cobarde
tardándose
en besar el empedrado
lograse ganar dignidad.
Como si su orgullo
valiese de algo.
Como si la calle,
subyugada,
le fuera a tender
el saco en la vereda,
para no mojar su vestido
cuando pise su propio charco.
1 comentario:
la lluvia también me embelesa a mí. no sé, me embobo, me ciega... las gotas se convierten en seres que viven por algunos segundos.
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