sábado, 8 de noviembre de 2008

.octubre

Resulta que ahora las horas parecen haber sido una cosa rancia, una noche digna de volver en taxi, o caminando, qué noche tan linda, caminando por esas calles tan ajenas. Se vio emparejada con el aire encapsulado del recinto, del desprolijo recinto que le engordaba el ego. Cada cosa dispuesta como al descuido, cada grieta sonriendo como si quisiera decir: estoy a propósito. Para que nadie lo crea.
Dudó, pensó en el posible taxi, pensó en la calle tentadoramente desierta y fría, con ese frío acojedor de octubre. Y mintió. Dijo que prefería quedarse un rato más, la era todavía paría un corazón en ese entonces.
Y en ese entonces quizás pudo haber sucedido uno y mil octubres. Casi fugazmente su boca le trajo al Loco. Tan real que quiso salir corriendo, como si hubiera visto un fantasma. Estaba prohibido, estaba totalmente prohibido. La boca del Loco, la última vez le había dicho que le quedaba demasiado bien el pelo desordenado. Ella no sabía si era un halago o uno de sus comentarios al descuido, que decía con clara intención de que se llevara el viento.
No hubo nada de eso. El firme tic tac de octubre fue tallando cada segundo, cada trago, mirada, mordida, palabra, estocada en el corazón y en las uñas.
Apenas dos halagos forzados. Y el deseo de amanecer de jazz en otros brazos.

Y es que octubre siempre va a ser un octubre que perdí hace años, un aniversario de nostagia, de últimas veces, de últimas cosas.

3 comentarios:

Jorgelina Mandarina dijo...

Amanecer de jazz... Que lindas cosas que escribe este santiagueño y que son tan aplicables.

Octubre a mi me pasa rápido. Y Noviembre. No existen recuerdos para ellos... Pasan...

Te adoro amiga!

yo mismo dijo...

a mí octubre me gusta y me disgusta, me atrae y me lanza muy lejos, me recuerda y a veces... a veces, hasta me olvida.

me gustó :)

(para variar)

Anónimo dijo...

vivimos distintos destinos cruzando el mismo temporal.