lunes, 22 de febrero de 2010

Acantilado

Todos con las puntas de los pies saludando a la nada. Como esperando el disparo de largada, todos con la mitad de cada pie ventilándose en el vacío, a punto de saltar, amagando decisiones de perderse en una incertidumbre colectiva.

Que la lluvia me moje, me recorra toda, me empape, cumpliendo su promesa de dejarnos vivir ayer, una noche.
Que la lluvia me moje, mientras escurro mis pestañas húmedas sobre la alfombra, tiritando de una corazonada.

Que me invada el vértigo de caer rodando por ese acantilado. Tengo ropas viejas que piden recambio. Que la lluvia las moje y alguien me las saque, con su nombre...

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