jueves, 29 de septiembre de 2011

•Random mental

Las canciones siempre tienen un lugar, un momento. Y más para quien ha salido sólo con músicos. Todas las canciones significan algo, todas tienen voces distintas, sexos distintos, vísceras, pulsiones, amores, olores.

A veces uno va con ese random desastroso por la vida, pensando que las canciones lo único que hacen es acompañar el camino, y se aparece ESE tema, que te hace acordar a ESE momento. A alguien que te canta “bajo un sol de muchacha y aroma” acostados y muy al oído. O a otro alguien que besa tu cuello al son de “vos y la lluvia caen”. El problema es robar y compartir música con quienes uno está. Pero sería imposible la vida de una eterna amante de chicos que tocan la guitarrita, sin la transacción de amor por música.

Cuando uno está solo, el random juega una mala pasada, y mientras limpias el placar y suena uno de esos temas, se te viene el mundo abajo y dejás de doblar remeras, para quedar atónita mirando la ventana.

Creo que encontré el porqué de mi desorden. A todos aquellos que creían que mis quilombos eran un problema de personalidad, o de desidia, les respondo: No señores, sufro de nostalgia agudizada por un random mental desagradecido.

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