(escuchando esto en este momento)
Pequeña, soy pequeña, lo saben, las rodillas demasiado huesudas... mis tobillos. Pequeñísimamente pequeña en este inmenso océano de olvido.
En cáscara de nuez me pierdo, con temblor agorafóbico, con temor a lo desconocido. Pequeñísima.
Todo tiende a la homogeneización a veces. Yo, sin embargo, fracciono, me fracciono, me reparto en varias piezas, por no decir que caigo y me rompo en mil pedazos.
Y no encuentro palabras en ningún lado que saquen la pequeñez, la infimidad que soy y la enormidad de todo lo que siento. Intento sacar esa gigante masa de sucesos, semanas y nombres.
Pero nada, solo salen palabras desnudas, desolladas, calientes, recién hechas, sin pulir.
Lo que llueve ahora es una necesidad celeste de prescindir de miradas con manos y frases retorcidas.
Quiero cambiar las figuritas de este álbum para siempre.