The same old scenario, the same old rain
And there's no explosions hereLa música sonando a diferentes volúmenes según el ánimo del impúber de turno o de la canción que pasaran. Alguno que otro había llevado un par de CD's y no se iba a ir hasta no escuchar, al menos, su canción favorita. Eran épocas en las que se bailaba lo imbailable, se escuchaba música pegajosa y movediza y se aprovechaban los ratos a oscuras con lentas.
Un muchacho de cara alargada y lampiña, bostezaba repertorios que a nadie interesaban. Ella acercó un banquito, mientras tarareaba lo que pasaban en el reproductor, un tema de moda del CD que todos acaso tenían, esas canciones desafinadas y desgarradoras, corazones partidos que encontraban, secretamente, compasión en cualquier adolescente.
Ella tan linda, pensaba, tan pantalones verdes recién estrenados, con sugerentes cortes unidos por cuero, tan pelo largo cuidado, tan frágil y tan dura, tan fea, pensaba, pero tan linda vestida de ocasión para el cumpleaños. Él cantaba sin gracia alguna, todo con la misma entonación y casi sin respirar, las canciones que por la época horrorizaban a los adultos, provenían de barrios bajos y eran altamente bailables en los lugares a los que ellos aún no podían acceder. Y esa era la gracia de su miniespectáculo.
Poco a poco se sumaban más sillas con la novedad, las risas sin sentido que generaba esa práctica molesta, pero que eran inevitables. Acaso se sumaba una guitarra, rasgada sin acordes que sostuvieran un sonido, solo para completar lo absurdo de la escena, las ganas de divertirse a costa de cualquier cosa mientras la tarde-noche iba entrando en calor.
Y ella tan pantalón de jean verdeoliva recién estrenado, tan remerita oliendo a suavizante, tan pelo largo de trigo y sonrisa metálica se alejaba riendo bajito, procurando descubrir algún otro talento antes de que llegara el turno de apagar las luces y se viera obligada a la soledad de un rincón.